A medida que nuestras vidas se vuelven cada vez más ajetreadas, el estrés se ha convertido en un compañero habitual para muchos de nosotros. Aunque a menudo reconocemos la carga mental que supone el estrés, es posible que pasemos por alto sus importantes repercusiones en nuestra salud física, sobre todo en la sangre. Según la Asociación Americana de Psicología, el 73% de los adultos experimenta síntomas psicológicos causados por el estrés, y un número significativo de ellos también presenta síntomas físicos [1]. Comprender cómo afecta el estrés a nuestra sangre puede ayudarnos a tomar medidas proactivas para proteger este aspecto vital de nuestra salud.
¿Qué es la salud de la sangre?
La salud de la sangre se refiere a la capacidad de la sangre para desempeñar eficazmente sus funciones vitales. Una sangre sana es esencial para nuestro bienestar general, ya que es el principal sistema de transporte y defensa del organismo. Cuando hablamos de salud sanguínea, nos referimos a la capacidad de la sangre para realizar cuatro funciones fundamentales:
- Transporte de oxígeno y nutrientes por todo el cuerpo
- Regulación de la temperatura corporal
- Lucha contra infecciones y enfermedades
- Formar coágulos de sangre para evitar hemorragias excesivas
Cada una de estas funciones puede verse afectada de forma significativa por el estrés, especialmente cuando se vuelve crónico.
Cómo afecta el estrés al transporte de oxígeno y nutrientes de la sangre
En condiciones normales, la sangre transporta eficazmente el oxígeno de los pulmones a los demás tejidos y los nutrientes del aparato digestivo a las células de todo el cuerpo. Sin embargo, cuando uno está estresado, este proceso se ve comprometido.
El estrés desencadena la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que pueden provocar una respiración más rápida y superficial. Aunque se podría pensar que esto aumentaría el consumo de oxígeno, en realidad hace que la respiración sea menos eficiente. Además, estas hormonas hacen que la sangre se desvíe del sistema digestivo hacia los músculos y el cerebro, preparándote para “luchar o huir”. Esta redistribución puede afectar a la absorción de nutrientes en el intestino.
La hormona del estrés cortisol puede alterar aún más los procesos digestivos al reducir la producción de enzimas digestivas y disminuir la motilidad intestinal [3]. Esto dificulta la extracción de nutrientes de los alimentos. Con el tiempo, el estrés crónico puede provocar carencias de nutrientes a pesar de una dieta aparentemente sana.
Estrés y regulación de la temperatura corporal
La sangre desempeña un papel fundamental para mantener la temperatura del cuerpo dentro de un rango saludable. Para ello, dilata o contrae los vasos sanguíneos cercanos a la superficie de la piel para liberar o conservar el calor.
Cuando tienes estrés, la respuesta de “luchar o huir” del organismo hace que los vasos sanguíneos cercanos a la piel se contraigan, lo que reduce la pérdida de calor y puede provocar un ligero aumento de la temperatura corporal central, lo que a veces se denomina “hipertermia inducida por estrés” [6]. Las hormonas del estrés también aumentan el ritmo metabólico, generando más calor interno.
Mientras que el estrés a corto plazo puede causar sólo un aumento temporal de la temperatura corporal, el estrés crónico puede provocar cambios más sostenidos. Estas fluctuaciones de la temperatura, aunque suelen ser leves, pueden contribuir a la sensación de malestar y afectar a otras funciones corporales que dependen de la regulación óptima de la temperatura.
Cómo compromete el estrés la función del sistema inmunológico
Una de las funciones más importantes de la sangre es transportar células inmunológicas por todo el cuerpo para combatir las infecciones. El estrés puede perjudicar considerablemente esta función vital.
Cuando estás estresado, el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA) libera cortisol [4]. Mientras que el estrés a corto plazo puede mejorar temporalmente la respuesta inmunológica como parte del mecanismo de protección del cuerpo, el estrés crónico conduce a una elevación prolongada de cortisol, que suprime la función de las células inmunológicas y te hace más susceptible a infecciones y enfermedades.
El estrés afecta al movimiento, la maduración y la función de las células inmunológicas, incluidos los glóbulos blancos, haciéndolas menos eficaces en la lucha contra los patógenos [4]. Esto puede manifestarse como:
- Mayor susceptibilidad a los resfriados comunes y otras infecciones
- Cicatrización más lenta de las heridas
- Reagudización de enfermedades crónicas
- Dificultad para recuperarse de una enfermedad
La relación entre el estrés y la inmunidad es tan estrecha que los investigadores pueden predecir a menudo quién enfermará tras exponerse a un virus en función de sus niveles de estrés.
Estrés y coagulación de la sangre
La coagulación de la sangre es un mecanismo de protección vital que evita las hemorragias excesivas cuando se dañan los vasos sanguíneos. Sin embargo, el estrés puede alterar el delicado equilibrio de este proceso.
El estrés desencadena la liberación de hormonas que aumentan la viscosidad (grosor) de la sangre, la agregación plaquetaria (adhesividad) y la producción de factores de coagulación, lo que hace que la sangre sea más propensa a formar coágulos aunque no haya lesiones [5]. Esto se debe principalmente a la respuesta de “lucha o huida”, en la que el cuerpo se prepara para una posible lesión aumentando su capacidad de coagulación.
El estrés crónico puede exacerbar aún más este efecto, provocando un mayor riesgo de coágulos sanguíneos peligrosos debido a:
- Cambios hormonales que influyen directamente en el proceso de coagulación
- Aumento de la viscosidad de la sangre
- Aumento de la activación y agregación plaquetaria
- Daño potencial de los vasos sanguíneos debido a la inflamación
- Comportamientos poco saludables como fumar o una dieta inadecuada
Esta hipercoagulabilidad inducida por el estrés (mayor tendencia a la coagulación) puede aumentar potencialmente el riesgo de padecer enfermedades graves como trombosis venosa profunda o incluso, en algunos casos, infartos cerebrales.
Controlar el estrés para mejorar la salud de la sangre
La buena noticia es que controlar el estrés puede ayudar a proteger y mejorar la salud de la sangre. He aquí algunas estrategias eficaces:
- Actividad física regular: El ejercicio ayuda a reducir las hormonas del estrés y mejora la circulación sanguínea
- Atención plena y meditación: Estas prácticas pueden disminuir los niveles de cortisol y reducir la inflamación
- Ejercicios de respiración profunda: La respiración lenta y profunda puede activar el sistema nervioso parasimpático, contrarrestando la respuesta al estrés.
- Sueño adecuado: El sueño de calidad es esencial para la función del sistema inmunológico y la regulación de las hormonas del estrés
- Alimentación equilibrada: Consumir frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras para mantener la salud de la sangre
- Hidratación: La ingesta adecuada de líquidos ayuda a mantener el volumen y la viscosidad de la sangre
- Conexión social: Pasar momentos agradables con amigos y familiares puede amortiguar los efectos del estrés.
Controla la salud de tu sangre con Ruby
La aplicación Ruby te permite controlar cómodamente desde casa aspectos importantes de tu salud sanguínea. Gracias a su tecnología patentada para tomarse selfies de las uñas, Ruby puede medir tus niveles de hierro y circulación, que son indicadores importantes de la salud sanguínea a los que puede afectar el estrés. La aplicación también permite realizar un seguimiento de los factores que pueden contribuir al estrés o verse afectados por él, como el estado de ánimo, la ingesta de suplementos y los ciclos menstruales.
Controlar el estrés no sólo es bueno para la salud mental, sino que también es esencial para mantener la sangre sana y la salud física en general.
Referencias
[1] Asociación Americana de Psicología. (2022). Encuesta sobre el estrés en Estados Unidos.
[2] Clínica Mayo. (2024). Estrés e hipertensión: ¿cuál es la relación?
[3] Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard. (2023). La fuente de la nutrición: Estrés y salud.
[4] Institutos Nacionales de Salud. (2023). Cómo afecta el estrés al sistema inmunológico.
[5] Revista de Trombosis y Hemostasia. (2022). Estrés psicológico y coagulación sanguínea: Una revisión.
[6] Revista de Psicofisiología. (2022). Hipertermia inducida por estrés en humanos.
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